El 21 de octubre de 1805, frente a las costas gaditanas tuvo lugar la batalla naval que cambiaria la historia del dominio naval en los mares de Europa y el mundo, en la actualidad, se ha escrito, pintado, recreado, etc., mucho sobre dicha batalla, pero existen un grupo de personas que gracias al deporte que practican, han podido ver y disfrutar en vivo, los restos de dicho combate en los fondos marinos de las aguas gaditanas.
A tan solo 3 millas al Oeste del puerto pesquero de Conil (Cádiz), se encuentra “La piedra que revienta”, un bajo que asciende desde los 30 metros de fondo hasta los 3 metros. En dicho bajo, reposan los restos de cañones , munición y anclas de un navío que probablemente participo en “La Batalla de TRAFALGAR”, allí reposan desde hace hoy 200 años. Dichos restos, pertenecieron a la mayor obra de ingeniería a la que el hombre podía enfrentarse en aquella época, Un Navío de Batalla.
Mas de 50 cañones de Hierro, munición integrada ya con el medio marino, 3 anclas tipo “Almirantazgo” de unos 300 Kg cada una y otra gigantesca que da idea de la grandeza del navío al que pertenecían, son los vestigios que allí podemos ver en una inmersión, en la que se requiere un alto nivel de preparación y experiencia, ya que las corrientes en la zona son muy comunes y fuertes, tanto en superficie, como en el fondo y durante la inmersión.
Estos restos olvidados durante años por la administración y los organismos públicos, han sido venerados y expoliados por caza tesoros durante décadas, prueba de ello es que durante esta inmersión se puede observar una manga (chupona de objetos submarinos), que en su día fue abandonada en dicho lugar, tras su expolio. |
Foto: David Silvestre Barrio, una de las anclas pequeñas.
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Hoy en día, los buceadores deportivos y pescadores submarinos, además de barcos de pesca deportiva, somos los únicos que de cuando en cuando visitamos ese lugar. Afortunadamente las nuevas legislaciones sobre el patrimonio histórico Nacional, han hecho que los Caza tesoros se resignen a visitar y seguir expoliando estos lugares, aunque tal vez, en este, las piezas de valor que en su día allí reposaron, ya se encuentren en la vitrina de una colección privada.
La ausencia en dicho lugar, de restos de un naufragio, hace pensar que dichos cañones, munición y anclas, pertenezcan a un buque, tocado de la Batalla de Trafalgar, que en su huida hacia Cádiz, encalló en la Piedra que Revienta, y en su afán de salir a flote y escapar de la batalla, soltó todo el peso por la borda, para continuar su huida.
Nuestras salidas a este lugar no son habituales, ya que las condiciones meteorológicas del lugar, deben ser algo especiales para poder realizar dicha inmersión, coeficiente de marea, reparo de marea, estado de la mar y visibilidad del agua, un número de parámetros que hace a lo largo del año que sean pocos los días que las condiciones se cumplan, para poder acudir al encuentro de nuestra historia.
Foto: David Silvestre Barrio, uno de los cañones de hierro.
Para muchos es una locura injustificada, el sumergirnos 25/30 metros de profundidad, pasar frío, cargar con unos equipos pesados, etc, pero para los que allí nos hemos sumergido el simple hecho de ver un cañón o un ancla, y dejar que nuestra imaginación haga el resto durante la inmersión, es una experiencia irrepetible, esos cañones que reposan en las aguas gaditanas, vestigios de la época a la que representan, son algo que ningún museo del mundo puede ofrecernos y hacernos sentir en el mismo lugar donde la historia ha ocurrido. Debemos recordar que el mejor patrimonio de nuestra historia, no es el que se oculta, si no el que se divulga.
Para los amantes de la Batalla de Cabo de Trafalgar, solo puedo decir que una vez visitados estos restos y mientras leía, “Cabo Trafalgar”, de Arturo Pérez-Reverte, puedes hacerte una idea mas real de lo que en aquella batalla ocurrió.
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LA INMERSIÓN
La realización de la inmersión, se debe realizar con alguien que tenga conocimiento del lugar y de las corrientes de la zona o con un centro de Buceo, el acceso debe ser desde embarcación debido a la lejanía de la costa.
Una vez llegamos al lugar, nos tiramos al agua y nos sumergimos, a 3 metros de profundidad nos encontramos con los dos primeros cañones, parte de los cañones y de la roca esta recubierta por el antozoo anaranjado Parazoantus axinellae, que le da colorido a la inmersión.
La visibilidad en la zona suele ser mala, entre 4 y 5 metros de visibilidad, lo que significa que independientemente de ir observando los restos de la zona, se tiene que ir muy pendiente del guía submarino para no perderse. Una vez comenzamos a bajar, vamos viendo cañones a ambos lados de distintas medidas y calibres, además de munición, difícil de observar si no se mira con mucha cautela, ya que la munición esta recubierta por vida marina y corrosión debido al paso de los años.
El recorrido normal es bajar hasta las anclas mas pequeñas que reposan en la parte mas honda, y mientras bajamos vamos viendo los cañones de un lado del área rocosa, y una vez visitadas las 3 anclas, que se encuentran en los 25 metros aproximadamente, comenzar el ascenso por el otro lado de la piedra viendo otro tanto de cañones y el gran ancla.
Foto: David Silvestre Barrio, bala de cañón.
Recreación de parte de la inmersión: Centro Arqueología Subacuatica.
Independientemente de los restos que aquí se encuentran, esta zona es muy rica en fauna y flora marina, encontrándonos durante nuestro recorrido con multitud de peces, borriquetes, sargos, escórporas, ballestas, lubinas, doradas, etc, también es normal encontrarnos en el interior de la caña de los cañones con morenas, pulpos, etc.
Una vez finalizada la inmersión y si nos hemos excedido en el tiempo de fondo y se ha entrado en Descompresión, ascendemos hasta los cañones que se encuentran en los tres metros donde se podrá realizar la parada de descompresión o en su defecto la de seguridad, dando por finalizada la inmersión y regresando a la embarcación para volver a tierra donde compartir las vivencias submarinas con compañeros y amigos.
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