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EL TIBURÓN BLANCO EN ESTADO PURO
Siguiendo los pasos del gran depredador en aguas de Sudáfrica

Mario Lebrato - National Oceanography Centre. University of Southampton
European Way. SO14 3ZH. UK - E-Mail:
ml1104@soton.ac.uk


Primer plano de un Tiburón de Puntas Negras
(Carcharhinus limbatus) en Bimini Island (Bahamas)

Tiburones y seres humanos:
una deformada realidad al descubierto

Existen en la actualidad aproximadamente 500 especies de tiburones, desde los diminutos ejemplares abisales hasta el gigante de la familia, el Tiburón Ballena (Rhincodon typus), pasando por el extraño y a la vez llamativo Tiburón Martillo (Sphyrna spp.).

Ahora bien, el ser humano tiende a ignorar y olvidar por completo tan suma diversidad. La imagen mental que nos hemos dibujado en la actualidad se suele resumir en un ejemplar en concreto; el Gran Tiburón Blanco (Carcharodon carcharias).

Su reputación ha sido sometida a tal especulación y deformidad, que una buena parte de la sociedad aun le sigue considerando un devorador de hombres. “Gracias” a las grandes producciones cinematográficas y a una ignorancia y falta de información generalizada su realidad ha sido dañada hasta extremos insospechados, siendo perseguido durante años, tras un “inventado” cartel de asesino. Esta manifiesta obstinación humana tiene su fundamento; el tiburón es generalmente considerado un animal altamente peligroso, se alimenta de nosotros…, y eso nos hace rememorar una especie de sentimiento atávico basado en el miedo absoluto así como la idea de ser devorados vivos.

Una idea tan macabra ha convertido al tiburón en un blanco perfecto para tal fin, y así se le ha calificado a lo largo de los siglos muy a su pesar. Gracias a las investigaciones científicas y a un creciente interés en los últimos años por su comprensión, entendimiento, y conservación, este animal empieza a ser protegido y respetado en círculos sociales cada vez mayores.

De “carácter” tímido y curioso a la vez, el Tiburón Blanco es un sofisticado depredador a la cabeza de una cadena trófica, en la que su presa principal la constituyen mamíferos tales como los leones marinos (Cape Fur Seal; Arctocephalus pusillus pusillus) entre otras muchas presas. Aquí intentaremos profundizar y conocer un poco más si cabe al temido depredador, siempre desde ideas sometidas a la experiencia y opinión del autor, las cuales se basan en meses de investigación en las aguas de Sudáfrica.

La bioecología del depredador: una síntesis

Habitante costero o de las inmediaciones de la plataforma continental, también gustando de las islas o colonias de focas en mar abierto, frecuenta las inmediaciones de playas y bahías poco profundas. De cuerpo pesado, voluminoso, y alargado, presenta un morro cónico, con una cola estrecha, soportada por dos quillas laterales. A los laterales de la cabeza muestra grandes aperturas para las agallas, con una boca llena de dientes, no muy numerosos pero sí de gran tamaño, triangulares, y serrados. Los ojos son pequeños pero con rasgos muy marcados. Alcanza una longitud máxima de al menos 6,1 metros, con un peso máximo de más de 1,200 kilos. De reproducción ovovivípara con oofagia, los machos alcanzan la madurez sexual entre los 9 y los 10 años, mientras que las hembras lo hacen entre los 14 y los 16.


Un Gran Tiburón Blanco
(Carcharodon carcharias)
emerge del agua tras un cebo.

Muestra un hábitat y distribución altamente cosmopolita desde los mares templados a los tropicales, siendo probablemente la especie más ampliamente extendida, lo que no significa que sean muy abundantes. Los juveniles se alimentan principalmente de peces teleósteos, pequeños tiburones y rayas. Los adultos modifican su dieta a medida que se desarrollan y además de una dieta rica en peces, cazan focas, leones marinos, delfines, y ocasionalmente ingieren carroña que proviene de restos de ballenas muertas flotando. Es una especie protegida en Sudáfrica, Namibia, Maldivas, Australia, California, la costa Atlántica de USA, la costa del Golfo de México, y en el Mediterráneo. Protección internacional por parte de la CITES no ha sido concedida todavía, pero sería necesaria para evitar un mercado negro que se nutre de productos que provienen de distintas partes del tiburón.


Cría de Cape Fur Seal (Arctocephalus pusillus pusillus) en Mosselbaai con una red enganchada (impacto humano). Las crías son Particularmente  vulnerables a los ataques detiburón debido a su inexperiencia.

La timidez es una faceta que le define, llegando incluso a tener un carácter más bien “reservado”; un preferir observar sin ser observado. De “personalidad” inquisitiva, que varía según la edad del individuo así como entre los diferentes animales, se muestra curioso ante todo objeto o ser que flota o nada inertemente/activamente en su medio. Un carácter altamente investigador pero a la vez cauto, le hace comportarse de una manera muy particular al abordar cualquier nuevo intruso en el agua.


Ballena varada en Dyer Island.
Obsérvese los mordiscos de tiburón y la ausencia de la grasa (alto contenido energético) que ha sido consumida (el músculo sigue intacto).


Tiburón Blanco saltando fuera del agua tras ser molestado con un cebo.

Aproximaciones en círculos concéntricos de gran radio, suelen ir acortándose tras el filtro de la información que su blanco le da a entender. Una comprobación visual del objeto/ser de interés suele bastar para saciar su curiosidad, pero si esta no se viera satisfecha, un empujón o mordisco explorativo suelen ser suficientes para determinar su origen.

De comportamiento altamente solitario, se ha especulado en los últimos años su tendencia a agruparse en estados de crecimiento tempranos, así como se han estudiado posibles relaciones sociales en adultos, donde existiría segregación en base al tamaño.

El misterio de lo imprevisible:
comportamiento, comunicación, y depredación.

Los hábitos solitarios del Tiburón Blanco le hacen una especie altamente difícil de localizar y estudiar. Sin embargo, unos pocos lugares del mundo ofrecen la posibilidad de encontrarlos en cantidades relativamente altas, facilitando esta tarea. Sudáfrica alberga probablemente la mayor población del mundo, mientras que en California se encuentran los ejemplares de mayor tamaño. Estas “congregaciones” tan especiales facilitan el encuentro con el depredador, y no es casualidad su presencia, ya que ambas costas dan cobijo a extensas colonias de leones y elefantes marinos. Es en estas condiciones con gran cantidad de presas donde se puede observar a los tiburones en acción, interaccionando unos con otros, y mostrando un amplio abanico de comportamientos. Investigaciones científicas en las Islas Farallon en California, apuntan a que cuando un tiburón caza una presa, otro suele estar patrullando en las inmediaciones, aproximándose a intentar hacerse con la captura.

Para evitar un más que seguro conflicto sangriento, ambos animales nadan muy próximos en paralelo dando fuertes coletazos en el agua. Se piensa que de esta manera se estudian mutuamente, analizando su tamaño y fortaleza, a manera de comunicación audiovisual (sonido del coletazo, distancia del agua desplazada, y contacto visual). No siempre el animal más robusto se observó como “ganador”, sino al más vigoroso y activo en sus coletazos. Esta posición ha sido muy discutida, pero todavía no se ha encontrado una explicación alternativa a tal forma de nado y coletazos ante la presencia de una presa muerta en el agua.


Obsérvese el mordisco ocasionado por otro ejemplar de Tiburón Blanco. No se sabe a ciencia cierta el origen de tal herida, pero podía haber sido fruto de un conflicto alrededor de una presa.

En aguas de Sudáfrica sin embargo no se ha presenciado tal comportamiento (al menos no ha sido descrito científicamente), y observaciones personales del autor apuntan a que probablemente ante una presa haya segregación en base al tamaño sin confrontación. Una observación en el 2005 de un tiburón al que le faltaban unos 60 centímetros de carne en la parte superior trasera, podría indicar un comportamiento altamente agresivo, pero solo sería un dato especulativo (imagen a juzgar).

Una de las actividades más espectaculares y difíciles de estudiar es la depredación. Si bien se conoce la dieta del Tiburón Blanco en base a la disección de especimenes muertos a lo largo de los años, el comportamiento y la estrategia de caza más estudiado se basa en sus presas favoritas: los leones y elefantes marinos. Se sabe que utilizan técnicas diferentes en base a la edad de la presa, y también dependiendo de la especie. En la mayoría de los casos sin embargo utilizan un ataque iniciado a cierta distancia desde el fondo, donde su parte superior les mimetiza, y donde puede acechar, atacando por sorpresa. En el momento preciso, se lanzan en diagonal hacia la superficie, mordiendo normalmente a la presa lateralmente en las aletas y parte trasera (últimos estudios científicos), aunque en muchas ocasiones morderá “donde pueda”.


Adulto de Cape Fur Seal con heridas en las aletas traseras y lateralmente (demuestra la técnica usada por el tiburón).

El fin de tal maniobra es el de inmovilizar o incapacitar a la presa al seccionar sus “herramientas” de propulsión natatoria, así como una muerte por desangramiento. Las presas presentan garras y mandíbulas puntiagudas que pueden dañar el morro y aparato visual del tiburón, por lo que suele dejar a los individuos morir, antes de alimentarse.

La técnica presenta una efectividad que incrementa con la edad, y por consiguiente la experiencia del tiburón, y se observan multitud de intentos fallidos tanto en juveniles como en adultos, aunque estos últimos suelen asegurar mas sus capturas.

Las focas y leones marinos también tienen su particular defensa y patrullan constantemente las inmediaciones de la colonia, permaneciendo en grupo, evitando ser sorprendidos en solitario, donde son más vulnerables. Los elefantes marinos al regresar a la colonia de sus salidas al mar, toman una última bocanada y cruzan la zona peligrosa a ras de fondo, donde no suelen ser sorprendidos. Los leones marinos por el contrario, suelen cruzar nadando en superficie dando saltos fuera del agua y a altas velocidades, por lo que suelen ser blanco del depredador. Por ejemplo, en Mosselbaai (Sudáfrica), la mayoría de los ataques de tiburones se producen durante el alba, crepúsculo, o durante la noche, cuando los leones marinos salen o regresan de alimentarse en alta mar, y observaciones de campo indican que podrían modificar su comportamiento dependiendo de la fase lunar.


Tiburón Blanco investigando un cebo en la superficie. Se puede claramente observar su curiosa naturaleza.

Investigación y ciencia: los secretos de su vida privada

Con el fin de estudiar y entender al Tiburón Blanco se llevaron a cabo dos investigaciones científicas en el 2005 en aguas de Sudáfrica. El autor desvela aquí algunos datos curiosos sobre su desconocida vida, relatando en primera persona su experiencia en el 2005 en Dyer Island y Mosselbaai.

Dyer Island: un catálogo de aletas

La jornada empieza a las 7.30 de la mañana. Nos levantamos, preparamos la comida para todo el día y nos disponemos a cargar el barco con todo lo necesario para la jornada (comida, bebida, GPS, sonda, radio, material pirotécnico a ser usado en situaciones de emergencia, carnadas, abrigos, cámaras, cuadernos de campo, cuerdas, gasolina, aceite de pescado, hígados de tiburón…). Dependiendo del día, lanzamos el barco Lamnidae (de unos 6 metros de eslora) o embarcamos en el barco Barracuda (de unos 12 metros, con una jaula de 4 metros y capacidad de 30 pasajeros). Barracuda es un barco que organiza excursiones para ver los Grandes Blancos en las inmediaciones de Dyer Island y pertenece a unos compañeros locales, así que acudimos gratuitamente con los turistas y aprovechamos para fotografiar y recopilar datos sobre los animales, tanto desde cubierta como desde la jaula.

La mayoría de las veces embarcamos en Lamnidae, que es nuestro barco, lo montamos en el remolque y lo bajamos hasta la rampa de la pequeña cala de Kleinbaai, donde empieza el trabajo diario. Una vez en el agua, decidimos cual va ser el punto de trabajo del día, que pueden ser varios lugares en la misma jornada.

La mayoría de las veces anclamos en Haaibaai, en las inmediaciones de una playa frecuentada por los tiburones y empezamos a echar carnada al agua (aceite de pescado, hígado en bolsas para expandir el olor por el agua) creando una especie de rastro olfativo (especie de autopista para el animal) que se extiende varios kilómetros a la redonda y de esta manera atraemos a los tiburones hasta el barco. Una vez que avistamos el animal en las proximidades del bote, éste intentará atacar de forma intermitente un cebo (cabezas de pescados o trozos) que tenemos atado a una cuerda con una bolla en la superficie, el cual retiraremos suavemente de la boca del tiburón una y otra vez para que lo siga y así poder tomar fotos de su aleta dorsal (Foto ID, que es la base del proyecto, como explico más adelante).

El animal se quedará dando vueltas al barco hasta que se canse y decida irse. En ocasiones, varios individuos a la vez nos circunnavegan durante un tiempo y podemos observar sus comportamientos sociales e interacciones.

En el barco solemos trabajar 4 o 5 personas. Una es el skipper (está a los mandos), entre todos ayudamos a mantener el barco (limpiar, recoger, organizar), en el mar una persona apunta las condiciones meteorológicas, coordenadas (Long. y Lat.), hora de llegada, fecha, tipo de carnada usada, la proximidad de ballenas, túnidos, focas y cualquier información relevante. Otra persona (que suelo ser yo), se encarga de identificar los tiburones cuando llegan; tenemos unas hojas donde apuntamos el nº (i.e. 001, 002) de tiburón, según el orden de llegada, longitud aproximada (TL), si es macho o hembra (se distingue porque en la zona anal, los machos tienen dos protuberancias en forma de órgano copulador (claspers)) y también dibujamos en unas siluetas del animal cualquier tipo de marca que observemos, como cicatrices, aleta cortada, doblada, manchas de cualquier color en aletas, cola, cuerpo… La última hoja de datos va orientada a controlar el tiempo que el tiburón pasa alrededor del barco, por lo que en la hoja se apunta la hora de llegada y la hora de abandono.

Una última persona se sitúa en la torreta de control del barco para avistar la llegada del animal con antelación, avisar a la persona que maneja la cuerda con la carnada el ataque, así como observar los movimientos mientras se mantenga alrededor del barco o en el campo visual (utilizamos el método del Reloj para informar en cubierta de la posición que ocupa; si el tiburón está a popa decimos que esta a las 12 en punto, si está a proa alas 6, si se encuentra situado a la derecha, estará alas 3 y si está a la izquierda está a las 9, y así sucesivo con las demás posiciones).


Secuencia de la aproximación de un ejemplar al barco.
Este tipo de nado suele realizarse de lado como muestra la imagen, girando la cabeza para poder observar a su alrededor.


Serie de aletas de tiburón catalogadas y listas para ser identificadas.

Mi trabajo consiste también algunas veces en tomar fotografías de las aletas dorsales de los tiburones y de cicatrices para luego poder ser analizadas e identificadas. Dicha aleta, presenta una serie de marcas, muescas e incisiones que son únicos de cada individuo.

Es como una tarjeta de identidad. Por ejemplo, fotografiamos una aleta un día y la almacenamos en el ordenador con sus características particulares, así como cualquier cicatriz que muestre el animal. A la semana siguiente, volvemos a fotografiar a otro tiburón y comparamos la aleta en la foto del ordenador para saber si se trata del mismo ejemplar. Y así se sacan fotografías durante el tiempo que lleve el estudio y se obtiene una población de tiburones que observamos año tras año; algunos son han llegado recientemente y otros ya se muestran habituales del lugar (comportamiento altamente filopátrico).

Otra técnica usada pero mucho más costosa, es el marcaje (tagging) con dispositivos que se pueden seguir por satélite, aparatos acústicos, o bien, marcajes de colores acoplados cerca de la aleta dorsal que sean fácilmente visibles. El problema con estos mecanismos reside en que se cubren de algas y micro fauna (biofouling) así como su alto precio y gran número de perdidas. Por este motivo, nuestra investigación y método es de alguna manera pionera marcando y siguiendo el rastro del animal, en la manera, que no afectamos en ningún modo su comportamiento natural y no le causamos ninguna pequeña herida (el anclaje del marcaje).

Hasta ahora se han tomado unas 40.000 fotos y unos 800 Tiburones Blancos han sido identificados en las inmediaciones de Dyer Island, habiendo re-observado individuos aproximadamente unos 1.800 días y algunos incluso hasta 40 veces (un 80 % de los tiburones fotografiados alguna vez han vuelto a ser vistos).

La técnica de Foto ID se muestra muy efectiva, ya que solemos reconocer a los animales rápidamente por sus características individuales. Otros estudios llevados a cabo durante este tiempo con algún tipo de marcaje han revelado movimientos migratorios, sobre todo hacia la zona de Namibia (en el Noroeste) y también hacia Madagascar (Noreste) y un ejemplar resultó realizar una migración transoceánica hasta las costas Australianas, algo inédito en estos animales, así como realizar una inmersión a una profundidad máxima (990 m) más elevada de lo normal (un artículo fue publicado en la revista Science con los resultados).

o es de extrañar esta tendencia, ya que previos estudios en el entorno de California (Farallon Island y Año Nuevo Island) han mostrado que los Grandes Blancos locales viajan hasta Hawai, se cree que siguiendo las rutas migratorias de ciertas ballenas que acuden a estas cálidas aguas con sus ballenatos.

Mosselbaai: cinco días tras su rastro

El equipo lo formamos 8 personas, divido en dos grupos de 4 cada uno. El material usado consistía en dos barcos; uno de unos 4 metros (Peanut) usado para llevar material y los equipos al barco nodriza de unos 8 metros (Top Predator), este último siendo el usado para el estudio.

A bordo de Top Predator llevamos todo el material necesario para pasar las 103 horas en el mar non-stop; abrigos, guantes, comida, bebida, colchonetas para descansar, cámaras de fotos, ecosonda y lo más importante: un sistema de telemetría para seguir al Gran Blanco sin parar.


Hembra de Tiburón Blanco marcada en Mosselbaai con un marcaje acústico.



Marcaje acústico listo para ser utilizado (en rojo).La barra sirve para poder insertarlo en el tiburón desde el barco cuando este pasa de lado a una determinada distancia.

La telemetría consiste entre otras técnicas, en seguir animales con dispositivos acústicos para observar sus movimientos y poder “espiar” en su vida natural sin apenas interferir en sus acciones. Previamente a empezar el seguimiento, marcamos un Gran Blanco con un marcaje acústico (acoustic tag) que emite una señal que es recibida por un hidrófono. Nuestro equipo estaba compuesto de un hidrófono unidireccional (solo capta la señal del marcaje acústico del animal en una dirección) y de otro multidireccional (capta la señal del marcaje acústico en todas las direcciones) para en caso de perder la señal poder localizarlo fácilmente.

También llevamos a bordo una caja donde conectar los cascos para escuchar la señal del hidrófono, regular el volumen, el rango de alcance (desde 10 metros hasta unos 600), encendido y apagado, el canal donde recibir la señal (cambio de frecuencias en Khz. Nuestro marcaje se escuchaba a 51 Khz.) y un panel para introducir datos. El resto del equipo esta compuesto de una “barra” de metal que se introduce en el agua y donde va adherido el cable y el hidrófono que recibe la señal.

Éste va atornillado a la borda del barco y se puede mover con las manos para apuntar hacia la dirección donde se encuentra el tiburón. En los cascos se oyen una serie de dobles pitidos intermitentes, dependiendo de la proximidad del tiburón que hay que regular con los mandos de la caja principal e intentar seguir continuamente para no perder la señal. Una cinta de plástico atada a la “barra” en la dirección de donde recibe la señal el hidrófono nos indica hacia donde se dirige el animal.

En la borda también instalamos una cadena con una serie de bollas, en cuyo final enganchamos un aparato cilíndrico (“receiver”) que introducimos en el agua en cuanto detenemos el barco para registrar si el tiburón se encuentra cerca de otros congéneres (éstos llevan marcajes que el “recevier” detecta y nos informa de las interacciones de nuestro animal y los otros tiburones).


El procedimiento de trabajo es relativamente sencillo. Dos equipos de 4 personas trabajando 12 horas cada uno. El barco Peanut se usa para ir del puerto a Top Predator y poder realizar el relevo (un equipo entra a la 1 de la tarde hasta la 1 de la mañana y el otro le substituye). En el barco hay un skipper (controla la máquina), una persona se encarga de seguir la señal con el equipo del hidrófono e informa continuamente al skipper de la dirección a tomar. Otra persona controla los datos. Usamos 3 tipos de hojas de datos; cada 10 minutos paramos el barco cuando estamos en el rango de 20 metros sobre el tiburón y apuntamos hora, latitud (ecosonda), longitud (ecosonda), dirección (Inshore, Offshore, Seal Island o Grootbrak) dependiendo de hacia donde se dirige, profundidad (ecosonda), tipo de fondo (arenoso, rocoso o de barro) observado en el gráfico de la sonda y temperatura en superficie.

En la segunda hoja registramos cada hora las condiciones meteorológicas, oleaje, luz o cualquier aspecto relevante. Los terceros datos se usan solamente cuando el animal se dirige al entorno de la isla y un miembro del equipo se posiciona en la plataforma del barco y cuenta los grupos de focas que entran y salen, así como informa de donde se encuentran dichos grupos para intentar ser testigo de un acto predatorio sobre la foca. La cuarta persona suele descansar para ir relevándose con los otros miembros, a no ser en el entorno de la isla que todo el equipo trabaja sin descanso.


Marcaje acústico apunto de ser insertado junto a la aleta dorsal.

En principio, nuestro tiburón (hembra) pareció mostrar una querencia por una determinada zona de la bahía, cerca de la desembocadura fluvial de un río. No sabemos a ciencia cierta porque pasa la mayoría del tiempo en ese sitio, pero lo que si sabemos es que desde que deja de cazar en los alrededores de la isla hasta que vuelve de nuevo, todo ese tiempo lo pasa patrullando en un radio menor a 500 metros de la fuente de agua dulce. También parece frecuentar exactamente los mismos “sitios” geográficos (revelados por las coordenadas de Lat. y Long.) alrededor de la zona, como si de un lugar interesante para ella se tratase. Nuestra hipótesis es que también se alimenta en esas áreas de peces de fondo y que probablemente la bahía y esos lugares de desembocaduras en concreto se trate de zonas de interacciones sociales entre individuos de la misma especie así como áreas de cría o apareamiento (una ejemplar de alrededor de 1 metro fue observado).


El autor siguiendo al ejemplar marcado con el hidrófono en Mosselbaai.

Otro dato relevante resulta ser que en muchas ocasiones, nuestro tiburón se acerca enormemente a la zona de “surf” de la playa; donde rompen las olas, el agua está batida y oxigenada. Planteamos la hipótesis de que como la mayoría de los tiburones necesitan nadar continuamente para que el agua fluya a través de sus agallas y no ahogarse, los ejemplares de Gran Blanco nadan próximos a dicha zona para ahorra energía, desplazándose más lentamente (al estar más batida el agua, alberga más oxigeno y pueden respirar nadando más despacio y consumiendo menos energía). Ésta última hipótesis parece confirmarse ya que la velocidad de seguimiento con el barco era mucho menor al aproximarse a la zona de “surf”. La profundidad mínima a la que llegó a desplazarse fue de unos 3.3 metros y la máxima de uno 15, por lo que este animal en particular parece tener una querencia por los sitios poco profundos. El fondo se caracteriza por grandes extensiones de arena con algunos tramos de roca o peñascos dispersos donde el tiburón parece frecuentar, posiblemente en la búsqueda de presas.

Otro comportamiento del animal comprende la estrategia de caza cerca de la colonia de focas. Observamos que este tiburón solo emprende la búsqueda de pinnípedos en el espacio horario que va desde el amanecer hasta las 9 de la mañana y desde el comienzo de la puesta de sol hasta bien entrada la noche.

Pensamos que en estas horas de penumbra el animal aprovecha al máximo su mimetismo con el fondo para poder acechar más fácilmente a las focas desde abajo y obtener un mayor éxito en sus ataques. En el tiempo del estudio, el tiburón solo se dirigió 3 veces a la isla; dos de ellas no tuvo éxito en su estrategia y una de ellas obtuvo una presa. Parece ser que dependiendo de la luna y la luz presente, el Gran Blanco usa una estrategia u otra: con luna llena y mucha luz, avanza directamente hasta la colonia de focas y después se desplaza de frente a la parte delantera de la isla donde las focas entran y salen.

Cuando hay menos luz, se desplaza a mar abierto y va nadando hasta la isla para cortar el camino de las focas que salen. También notamos que las luces de una industria parecen atraer al tiburón cuando no hay reflejo de la luna, como si la fuente de luz humana le pareciese al animal la de la luna.

Un solo acto predatorio fue observado, y fue mi fortuna de presenciarlo en primera persona desde la plataforma de observación de Top Predator. Me encontraba anotando en la hoja de datos de las focas los grupos que entraban y salían y cuando uno de ellos se disponía a abandonar el refugio de la isla, notamos con el hidrófono que el animal les seguía el rastro. A los 10 segundos los pitidos del hidrófono se volvieron más tenues como si el animal hubiese acelerado y de repente presenciamos una enorme explosión de agua en frente del barco. Eran las 19:21, por lo que la penumbra acechaba y apenas podíamos distinguir la cacería.

Fuimos testigos de cómo en 3 bocados la foca estaba acabada y el tiburón se dirigía a nuestro barco, nos rodeaba 2 veces, pudiendo ver la inmensa masa de este ejemplar de 4.2 metros y desaparecía en la oscuridad que le proporciona su reino acuático. Parece ser que estos animales son tremendamente eficaces cuando las condiciones son óptimas. El Gran Blanco llego a las 18:57 al sitio elegido para acechar a los Pinnípedos y a las 19:21 ya tenía “servida” la cena. Siguió patrullando hasta las 21:31 sin ningún éxito aparente.


El autor siguiendo al ejemplar marcado con el hidrófono en Mosselbaai.

Homo sapiens vs. Carcharodon carcharias: nuestro lugar como especie

Tras semanas en el mar, numerosas observaciones y estudio de los Grandes Blancos, solamente puedo concluir que se me revelan aun más misteriosos e incomprendidos de lo que uno podría adivinar de antemano. Muchos más estudios hacen falta para llegar a una comprensión adecuada de estos magníficos animales que llevan rondando nuestros mares más de 300 millones de años. Sobrevivieron las diversas extinciones durante la época que la tierra pertenecía a los dinosaurios y se convirtieron ellos mismos en los auténticos soberanos del “planeta azul”, pasando a ser los mayores depredadores en La Tierra. ¿Acaso tales méritos no se merecen un respeto por parte de nuestra especie que apenas lleva una mínima parte de su existencia sobre este inhóspito planeta? Los tiburones aparecieron muchísimo antes que el ser humano en la historia evolutiva, y casi seguro que desaparecerán mucho después de que nuestra especie no sea más que un vestigio y un mero recuerdo, si no es que los exterminamos a todos ellos antes. No nos damos cuenta de que no somos nada comparados con algunas de las criaturas que nos rodean, las cuales llevan millones de años de evolución perfeccionando su especie para perpetuarse lo más posible.

Por muchos avances tecnológicos y progresos que llevemos a cabo, lo único que haremos será retardar nuestra desaparición o bien acelerarla, depende de cómo se mire. ¿Por qué no intentamos simplemente pasar por La Tierra como una especie más, sin tener que exterminar a las otras? ¿Por qué nos empeñamos en manipularlo todo y tener la realidad bajo absoluto control? Quizás nuestra desarrollada inteligencia sea un valioso atributo que nos otorga una omnipotencia sobre “casi” todo, pero también opino que tal poder mental nos hace perder parte de la “esencia salvaje” que como animales llevamos dentro y que nos ha apartado radicalmente de la naturaleza de la que hemos evolucionado. Cuando nos vemos envueltos en la inmensidad del océano notamos que somos incapaces de manejarnos en el medio acuático con soltura, la desorientación nos desespera, nuestros movimientos son torpes y lentos, apenas oímos, vemos borroso, perdemos temperatura a los pocos minutos…no estamos constituidos para un medio acuático que intentamos dominar y en el que los sentidos de los que carecemos son todos los que poseen los animales marinos. El mar se muestra inmenso, pero su capacidad de resistencia a nuestras nefastas acciones tiene un límite, y estamos empezando a acercarnos a ese lindero que separa lo reversible de lo que ya no tiene marcha atrás. Intentemos que la mayoría de las especies como el Gran Tiburón Blanco sean una realidad para nuestras futuras generaciones y no un simple recuerdo almacenado en los libros de lo que fue una de las criaturas más admiradas y temidas en la historia de la humanidad.

Mario Lebrato
National Oceanography Centre. University of Southampton. European Way. SO14 3ZH. UK
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