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Vida al límite. Restos de cetáceos en el “árido desierto” abisal
 Mario Lebrato
National Oceanography Centre, University of Southampton, European Way, SO14 3ZH, UK
E-Mail: ml1104@soton.ac.uk


Esqueleto de ballena en Santa Cruz (California) después de 18 meses en el fondo. Nótese la completa consumición de tejidos, y la sola presencia de los huesos que sustentarán nuevas comunidades en el futuro. (Copyright, Craig Smith and Mike Degruy).

 

Las profundidades oceánicas:
un mundo sin explorar

Los fondos abisales ocupan más de dos tercios de la superficie terrestre. Estas vastas extensiones han sido mínimamente exploradas, especialmente en relación a su biodiversidad y ecología.

Solamente una pequeña fracción de las profundidades oceánicas ha sido investigada espacialmente, y una aún menor en términos temporales.

El “abismo” se encuentra aislado de la superficie por varios motivos, incluyendo la nula penetración de energía luminosa, y la circulación  a escala milenaria de sus masas de agua (1000 años aproximadamente tarda un volumen dado en volver a la superficie). El hombre ha emprendido la carrera hacia la conquista de este mundo desconocido, pero desgraciadamente sabemos más de la superficie de la Luna y de Marte que de los misterios de las profundidades. Una presión desmesurada (1 atmósfera cada 10 metros), y una temperatura extremadamente fría hacen prácticamente imposible su estudio sin riesgos. Sin embargo, la tecnología ha permitido alcanzar y vislumbrar la oscuridad del abismo a través de submarinos y científicamente mediante ROVs (Remote Operated Vehicles), de modo que hemos empezado a entender su funcionamiento básico, así como su asombrosa biodiversidad.

Estudios espacio-temporales llevados a cabo en los últimos años han permitido desmentir la visión del abismo como un mundo desierto, sin vida, ni periodicidad en su evolución bio-ecológica, como ocurre en las masas de agua superficiales. La presencia de vida multicelular en el fondo oceánico implica una respuesta directa a algún tipo de deposición episódica de materia orgánica o fuente alimenticia. El abismo es considerado un ecosistema sumamente limitado en base a las fuentes de alimento disponibles, en donde la abundancia y la biomasa de los organismos bentónicos están directamente relacionadas con la cantidad de comida que alcanza la superficie del sedimento.

Solamente un ínfimo porcentaje de la producción primaria generada mediante fotosíntesis en superficie (principalmente fitoplancton) llega al fondo. La principal fuente de materia orgánica disponible como alimento para la fauna proviene de partículas o restos (de diferentes tamaños) originados en la zona fótica (a menos de 1000 metros de profundidad). Estas “partículas” pueden ser de varios tipos: (1) Restos de animales (principalmente esqueletos de vertebrados), (2) Restos de plantas (macroalgas, hierbas marinas, material terrestre), (3) Partículas de origen fito/zooplanctónico (fecales, caparazones, mudas, agregados), (4) “Macroagregados” (“nieve marina”). Además de los restos de origen fótico que se hunden lentamente, las corrientes en las pendientes de los cañones (“turbidity currents”) y los deslizamientos submarinos son capaces de transferir grandes cantidades de materia orgánica al ecosistema bentónico, constituyendo un flujo de alimento adicional al generado en las masas de agua superficiales.


Ballena (Eubalaena australis) en Mosselbaai (Sudáfrica),descansando durante los meses de verano.

Restos de cetáceos: micro islas ecológicas y centros de biodiversidad

Los cetáceos, más popularmente conocidos como ballenas evolucionaron de criaturas cubiertas de pelo, que una vez sobrevivían en un ecosistema terrestre. Un proceso de macroevolución a lo largo millones de años les llevo sin embargo a abandonar sus orígenes ancestrales, adentrándose en el ecosistema acuático para convertirse en los mayores mamíferos del planeta. Clasificados dentro de los Cetáceos, este orden está divido en dos grupos distintos: ballenas dentadas en el grupo Odontoceti, y ballenas con barbas en el grupo Mysticeti. Estos animales constituyen la mayor fuente de materia orgánica viva en el océano, proporcionando una vez muertos una fuente de alimento para la fauna pelágica y bentónica. Los restos de cetáceos son científicamente definidos y caracterizados como “micro islas” en el fondo oceánico, siendo la fuente de alimento principal para un gran número de especies, entrando en el ciclo del carbono y siendo regenerados en forma de materia orgánica en su propio ecosistema.

Los restos de cetáceos son definidos como una “bonanza” para los habitantes bentónicos de las profundidades, pero recientes investigaciones apuntan a que podrían ser más comunes e importantes de lo que se pensaba en términos ecológicos. Es ampliamente reconocido en la comunidad científica que la materia orgánica y el “detritus” juegan un papel fundamental en la estructura y dinámica de todos los sistemas marinos. La importancia de un tipo de resto orgánico en el ecosistema depende de varias características del material incluyendo: (1) Tamaño, (2) Origen, (3) Disponibilidad del flujo de carbono orgánico, y (4) Frecuencia con la que está presente. Los restos orgánicos de cetáceos presentan estas características, así como otras bioecologicamente importantes, por lo que podrían jugar papeles “inusuales” en la ecología del “abismo”. Inicialmente, una ballena muerta en superficie sigue diferentes etapas hasta que finalmente alcance el fondo del océano. En la superficie tiende generalmente a flotar debido a procesos de descomposición que generan gases, produciendo una acumulación de los mismos en los espacios intersticiales de los tejidos, manteniendo los restos a flote. Esta fuente de alimento es en ocasiones explotada por depredadores y carroñeros oportunistas tales como Tiburones Blancos y otras especies en aguas de Sudáfrica y California, cuando las grandes ballenas llevan a cabo sus rutas migratorias. Los restos pueden alcanzar la zona intermareal, donde invertebrados y aves marinas se alimentan de la materia en descomposición, así como Osos Polares y Zorros Árticos en los Polos.


Esqueleto de ballena después de 4.5 años en el fondo. Incrustaciones rojas de animales así como animales filtradores se pueden observan en una fase “fija” o “reef”. (Copyright, Craig Smith)

 

El destino principal de las ballenas es sin embargo el fondo del océano en las llanuras abisales, una vez que el animal se ha hundido.

Los ecosistemas de las profundidades constituyen de este modo un tema de interés y especulación, en la manera que “responderían” a esta fuente de materia orgánica tan poco usual en el ecosistema.

 

A pesar de que la cadena trófica creada en el abismo debido a los restos de cetáceos esta mínimamente estudiada, se especula que los restos crean un importante hábitat para la fauna, así como que podrían estar sujetos a una periodicidad espacio-temporal en su abundancia.

Cuatro fases principales han sido definidas (en parte tras el estudio del Catedrático Craig. R. Smith, de la Universidad de Hawai, que facilita fotografías en este artículo) que siguen el “asentamiento” de un esqueleto de ballena en el fondo del océano: (a) Una fase “móvil-carroñera” (“mobile-scavenger stage”), durante la cual, peces necrófagos así como invertebrados se alimentan de los tejidos blandos, (b) Una fase de “enriquecimiento-oportunismo” (“enrichment-opportunistic stage”), en la que una serie de grupos de bacterias heterotróficas e invertebrados colonizan el esqueleto cargado de lípidos, y los alrededores de los restos enriquecidos por la descomposición de los tejidos blandos, (c) Una fase “sulfofílica” (“sulphophilic stage”), durante la cual organismos chemoautótrofos colonizan los restos al mismo tiempo que emite sulfatos debido a la descomposición anaeróbica de los lípidos internos, (d) Una fase “fija” o de “arrecife (“reef stage”), durante la que las partes elevadas y duras del esqueleto son colonizadas por grupos de animales que se alimentan en suspensión, explotando el incremento de la corriente o flujo por encima del fondo.


Vértebras de ballena en Santa Cruz (California) después de 6 años en el fondo, mostrando incrustaciones amarillas de fauna, así como otros organismos filtradores como anémonas. (Copyright, Craig Smith).

 

El impacto del exterminio de las ballenas en el ecosistema profundo

Es un tema ampliamente discutido que los seres humanos influimos negativamente en el océano, y una de las maneras ha sido mediante la caza indiscriminada de ballenas en tiempos pasados, lo que ha causado reducciones significantes en la poblaciones actuales.

 

 

Un asunto de alta especulación es el impacto que estas reducciones en masa podrían haber supuesto para el ecosistema abisal, ya que probablemente muchas especies dependen de la disponibilidad de restos de esqueletos, sobre todo a lo largo de las rutas migratorias de estos mamíferos.

El declive de estos restos supone la destrucción inmediata de un hábitat probablemente indispensable para muchas especies, ya que los esqueletos de ballena constituyen un nicho para organismos altamente “especialistas”. Estas especies, así como las que podrían usar estas “micros islas” como puntos de paso o “puentes” intermediarios entre distintas áreas de un mismo hábitat podrían sufrir extinciones en masa, sin ninguna posibilidad de recuperación. La muerte natural de cetáceos se extendería principalmente a lo largo de las rutas de migración, áreas de nacimiento y crecimiento de los ballenatos, o en zonas donde las ballenas pasan largos períodos durante su ciclo vital.

La actividad ballenera causada por el ser humano podría haber reducido drásticamente el “flujo” de restos orgánicos disponibles en el ecosistema, dejando incluso menos animales que pudieran perecer por causas naturales. Todo esto podría haber causado un efecto retardado en los eventos de extinción periódicos, y los océanos estarían sufriendo en el presente de las actividades abusivas del pasado.

Cetáceos y ecosistemas: futuro y ciencia

 

Los restos de cetáceos son definidos como el eslabón final en un amplio abanico de materiales orgánicos presentes en el océano, constituyendo las mayores fuentes energéticas de carbono orgánico disponible.

La mayoría de las ballenas se hunden y se depositan en el fondo en un estado de descomposición semi-intacto, donde sus restos son reciclados por una sucesión de organismos carroñeros, oportunistas, y sulfofílicos, generando elevados niveles de biodiversidad.


Cola de una Ballena Jorobada (Megaptera novaeangliae) Mosselbaai (Sudáfrica)

La caza comercial de cetáceos ha reducido drásticamente el flujo de estos restos a las llanuras abisales y sus ecosistemas, directamente implicando una reducción en el hábitat disponible para las comunidades y poblaciones locales, y probablemente causando las primeras extinciones debido a las actividades humanas en el siglo pasado. El extremo egoísmo que caracteriza a la raza humana en relación a su medio no solo ha generado problemas de la escala de la caza de las ballenas, pero también estamos confrontados con sucesos como el cambio climático. Otros muchos problemas en relación a la ecología de los océanos están a la orden del día, y a no ser que empecemos por reconocer este egoísmo individual, social, y global, no habremos hecho nada por alcanzar soluciones o medidas de desarrollo sostenible al nivel del medio ambiente. La consecuencia de la caza de ballenas en la ecología profunda refleja esta falta de entendimiento del medio ambiente, donde nuestras acciones primarias repercuten a segundos y a terceros de maneras insospechadas. Un entendimiento público de la ciencia es de este modo una de las únicas maneras de alcanzar un acuerdo global, empezando por dar a conocer al público de manera fácil y distendida los problemas actuales.

La conservación del medio ambiente debería ser una obligación, y no una opción, y mientras la ciencia no se haga pública en todo su dominio, no seguiremos siendo más que individuos mediocres en una sociedad oscura que ha fallado catastróficamente como especie en un planeta que los demás seres comparten con nosotros, nos guste o no.


Mario Lebrato
Departamento de Biología Marina y Oceanografía
National Oceanography Centre - Universidad de Southampton -Reino Unido
Email:ml1104@soton.ac.uk

Nacido en España (Asturias) el 8 de diciembre de 1985.Apasionado de los océanos, su biología y oceanografía así como el medio ambiente en general. Especializado en diversas actividades marinas de forma profesional y amateur. Amante de la fotografía profesional, el buceo autónomo y en apnea y la pesca en todas sus modalidades. Amante de la investigación y la docencia, así como de la divulgación científica y el entendimiento público de la ciencia a través de los medios de comunicación, publicaciones y la palabra. Conocedor de múltiples idiomas de manera profesional y aplicada al público. Habiendo viajado por diversos países y conocido múltiples culturas, me revelo como una persona abierta al mundo, y sobre todo a las colaboraciones científicas o profesionales en cualquier atmósfera, cultura o país, defendiendo la conservación del medio y su entendimiento.

Experiencia profesional:

 - 2007 - hasta la fecha. Miembro IMarEST.

- 2007. Supervisor y asistente de profesor en el instituto Itchen (Reino Unido).

- 2006 - hasta la fecha. Colaborador, fotógrafo y editor asistente para la revista Diver  Channel magazine (en Chino e Inglés).

- 2006. Voluntario en la Estación Biológica de Bimini, Bahamas (BBFS) en proyectos científicos.

- 2006 - hasta la fecha. Colaborador para la revista Underwater Photography Magazine (UwP) (en Inglés).

- Colaborador de la página Web www.marinebio.org

- 2004 - 2005. Instructor de natación en piscina.

 Experiencia de investigación:

 - 2007 (en progreso). Investigador secundario (proyecto fin de carrera) como parte del proyecto SERPENT para la Universidad de Southampton.

- 2006. Asistente de investigación en la Estación Biológica de Bimini, Bahamas (BBFS) en estudios de doctorado para la Universidad de Miami.

- 2006. Lider de grupo de trabajo en una investigación del estuario de Falmouth (Reino Unido) para la Universidad de Southampton.

- 2005. Asistente de investigación en Sudáfrica en la White Shark Trust, en colaboración con la Universidad de Ciudad del Cabo.

- 2005. Asistente de investigación en Sudáfrica en un estudio de doctorado para la Universidad de Pretoria.

- 2005. Investigación de algas coralinas en Gales para la Universidad de Southampton.

 Experiencia académica: 

-2007. Profesor asistente y supervisor en el instituto Itchen (Reino Unido).

Publicaciones: 

Lebrato, M. 2007. Mysteries of the abyss: Whale falls as biodiversity hotspots. Underwater Photography magazine (UwP). Nº 36 (May./Jun.). pp. 48-50. 

Lebrato, M. and Iglesias-Rodríguez, M. D. 2007. Challenging the limits of the Antarctic continent: Climate change and its effects on the ecosystem of the frozen seas. Diver Channel magazine. Nº 5 (Mar.). pp. 25-31. 

Lebrato, M. 2007. Climate change: Antarctic life on the edge. Underwater Photography magazine (UwP). Nº 35 (Mar./Apr.). pp. 46-48.

 Lebrato, M. 2007. Cape Fur Seals ecology: Conservation importance and consequences of a climate change scenario. Diver Channel magazine. Nº 4 (Feb.). pp. 31-36.

 Lebrato, M. 2007. Coral reefs biodiversity, importance, and conservation: A hidden city in the underwater environment in need of urgent global action. Diver Channel magazine. Nº 3 (Jan.). pp. 34-39. 

Lebrato, M. 2006. Experiencing the challenge of the Great White Shark: Ecotourism on one of the most charismatic creatures in the oceans. Diver Channel magazine. Nº 2 (Dec.). pp. 35-39. 

Lebrato, M. 2006. Experiencing the challenge of the Great White Shark: Research on one of the most charismatic creatures in the oceans. Diver Channel magazine. Nº 1 (Nov.). pp. 37-42.  

Lebrato, M. 2006. Tiburones de compañía. La Nueva España. Nº 1407 (Sep.). pp. 12. 

Lebrato, M. 2006. Unravelling the mysteries around the White Shark: five days tracking in the name of science. Underwater Photography magazine (UwP). Nº 31 (Jul./Aug.). pp. 33-36. 

Lebrato, M. 2005. Cinco días tras el Tiburón Blanco. La Nueva España. Nº 1050 (Oct.). pp. 12.

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