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SOFOCACIÓN
El diccionario de la Real Academia de la Lengua española, define el término Sofocar como: ahogar, impedir la respiración.
La sofocación en el buceo es un riesgo que se encuentra constantemente presente, pudiendo presentarse en cualquier momento de una inmersión. Saber cuáles son las principales causas que lo provocan y, más importante aún, saber cómo debemos actuar ante su aparición, resulta fundamental tanto si somos nosotros los afectados, como si es un compañero.
CAUSAS DE SOFOCACIÓN
Los fondos marinos conforman un mundo extraño y diferente para el hombre, un lugar en el que nosotros somos los intrusos; de ahí que resulte tan importante poner especial atención a cada paso que damos, la precaución comienza siempre en la vigilancia de uno mismo.
Las principales causas de sofocación son las siguientes:
- Incremento de la masa volumínica de los gases bajo presión.
- Aumento del espacio muerto de las vías aéreas.
- El frío.
- Un trabajo muscular importante.
- Inercia del regulador.
Para reducir al mínimo el riesgo de que cualquiera de los puntos anteriores aparezca durante nuestra inmersión, existen una serie de puntos que deben ser considerados:
- Asegurarnos de la pureza del aire al cargar las botellas.
- Ser conscientes del nivel de esfuerzo que a nosotros nos supone la realización de cada uno de los esfuerzos que deberemos realizar en el fondo. Cualquier buceador debe ser consciente de sus posibilidades y capacidades, sobrevalorarse es uno de los mayores riesgos que se pueden correr, un riesgo que por otro lado resulta totalmente innecesario.
- Realizar apneas de control, que duren entre 10 y 15 segundos. Las practicaremos antes de la inmersión, de tal manera que nos sirvan para descubrir con antelación posibles signos de sofocación.
- Protegernos correctamente del frío; lo que supone valorar correctamente la temperatura del agua y equiparnos en consecuencia.
- No esperar para abrir la reserva.
- Vigilar que la botella esté bien abierta y el regulador bien ajustado.
- Poner especial atención en la cantidad de lastre en cada caso, cuidando de no sobrepasarnos.
La vigilancia de todos estos puntos es fundamental; pero por delante de todos ellos y como norma principal, debemos ser conscientes de que nunca hay que proceder a descender si observamos cualquier principio de sofocación. En ocasiones, tras preparar a conciencia una inmersión, puede resultar ciertamente triste no poder bajar; pero debemos tener presente que el buceo es una actividad peligrosa de por sí, de nada sirve incluir nuevos riesgos.
CÓMO TRATAR LA SOFOCACIÓN
En caso de que nos encontremos nosotros mismos ante un caso de sofocación que se nos produce una vez nos hemos introducido en el agua, los pasos que debemos seguir serán los siguientes:
- Dejar de realizar cualquier tipo de esfuerzo físico que estemos desarrollando; frenando toda actividad.
- Concentrarnos en la espiración (es decir, en expeler el aire aspirado) es lo más importante, ya que es la única forma por medio de la cual renovaremos el aire contenido en los pulmones.
- Colocaremos el regulador en �Equipresión� en lugar de en �Sobrepresión�.
En caso de que, aún después de haber realizado todos estos pasos, la sofocación continúe, resultará imprescindible que iniciemos la ascensión a la superficie.
Cuando sintamos sofocación, es de vital importancia informar de ello a nuestro compañero, que deberá estar preparado para actuar en caso de que sea necesario. La señal con la que se marca este estado se realiza de la siguiente manera:
- Colocar las manos extendidas sobre el pecho.
- Separamos las manos del pecho y las volvemos a llevar hacia él.
- Repetir el movimiento varias veces.
Se trata de una señal de peligro, por lo que requerirá de una respuesta rápida en caso de que la persona así lo solicite. Si observamos que un compañero nos la realiza y que el ataque de sofocación no cesa, deberemos actuar de la siguiente manera:
- Le insistiremos en la realización de una espiración intensa, para permitir disminuir la tasa de gas carbónico (lo que casi con seguridad será la medida más eficaz).
- Si es necesario, proporcionaremos nuestro propio aire al afectado.
- Con una mano, le cogeremos por el atalaje de su botella.
- Abriremos la reserva del buceador que se encuentre sofocado.
- Interrumpimos cualquier acción que estuviéramos desarrollando, intentando que la persona no realice ninguna actividad.
Si los síntomas de sofocación no desaparecen, ayudaremos en lo posible a la persona afectada, remontándole a la superficie.
Hay que tener en cuenta que, por lo general, un estado de sofocación que se produce a una profundidad que sea superior a los 30 metros, requerirá de un ascenso prácticamente inmediato; por lo que no perderemos el tiempo intentando superar ese episodio. Esto es algo para lo que cualquier buceador debe encontrarse perfectamente preparado: ascensos de emergencia controlados nadando.
Una vez en tierra puede ser necesaria la inhalación de oxígeno.
CONSECUENCIAS DE LA SOFOCACIÓN
Las consecuencias que puede tener la sofocación varían en función del grado con que se haya sufrido la misma, así como de las cualidades físicas del individuo.
Las más importantes son las siguientes:
- Hipercapnia: puede conllevar la pérdida del conocimiento y, en consecuencia, puede producirse el ahogamiento.
- Pánico: ante un estado de sofocación, muchos entran en un estado de nerviosismo que puede llevar al pánico, el cual a su vez puede tener dos consecuencias:
- Inundación de las vías respiratorias; lo que puede suponer el ahogamiento del individuo.
- Bloqueo de la respiración: que conllevará la sobrepresión pulmonar.
- Respiración superficial jadeante y desordenada, que conllevará una desaturación insuficiente y puede provocar un accidente de descompresión.
Por supuesto cualquiera de estas consecuencias pueden ser nefastas si la persona no actúa controlando la situación y con la suficiente sangre fría como para que no vaya a más.
El buceo es una actividad que conlleva una gran cantidad de riesgos, la mayoría de los cuales nace en el hecho de que nos estamos moviendo en un medio que no es el nuestro y por lo tanto nuestro cuerpo precisa de una aclimatación. A pesar de ese riesgo, que todos asumimos al sumergirnos y que está siempre hasta cierto punto controlado; la mayoría de los accidentes que se dan bajo el agua nacen de la pérdida de control por parte del submarinista. No hay nada tan peligroso como el entrar en situación de nerviosismo; la cual sólo nos llevará a actuar torpemente y a perder el control de lo que sucede; algo que a metros de profundidad puede suponer un gran problema.
Cualquier persona que pretenda practicar buceo debe ser consciente de todo esto, pero también deberá tener el suficiente nivel de preparación, unido con la suficiente sangre fría como para saber cómo se debe actuar en cada momento. La sofocación en sí misma no tiene porque ser peligrosa si el individuo la sabe controlar; pero lo que comienza como un episodio de sofocación sencilla y sin problema puede complicarse enormemente si se descontrola.
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