Cuando ví al sol y las nubes taparon el día

Me desperté en otra ciudad, Las Palmas. Me había quedado en casa de mis tíos el día anterior a las primeras prácticas en el mar del curso que hacía. Tras un breve desayuno y coger mis efectos personales acudí al encuentro con el coche de mi padre, esta vez, mi tío iba conmigo.

El camino fue corto, yo iba más pendiente de la inmersión que de las conversaciones que tenían los presentes. Llegados a Telde, espere descansando en la casa de mi abuela, pasé una mala noche encontrándome algo mal doliéndome el estómago, seguramente el restaurante chino me sentó mal. Esperaba que se me quitara y pudiera hacer la inmersión. Pues si, al llegar allí en lo único que estaba pendiente fue en la inmersión en sí, algo que, como os explicaré más tarde fue demasiado excesivo.

Ya en la hora acordada acudimos a la tienda, esa que a mí me gusta oler Sólo quedábamos mi padre y yo por recoger los equipos y o hicimos. La mujer del instructor, que esta vez nos acompañaría, comprobó las botellas en ese momento. Tras eso nos explicó dónde quedar antes de ir a Sardina, puesto que él temía que hacer otras cosas antes de ir. Era en una gasolinera, no tardamos mucho en llegar, hacía mucho calor y todos nos pusimos a hablar para pasar el tiempo. Había muy buenas vistas, las mejores del camino, una pena que no trajera mi cámara. A llegar él lo seguimos hasta el lugar en cuestión, Sardina. Éramos seis aparte de los dos instructores, ya que uno de los que hacíamos el curso estaba malo ese día.

Por fin llegamos a Sardina, era domingo de sol y estaba lleno de gente, nos costó mucho aparcar, y no te digo más lo que tardamos en descargar los equipos, volver a poner las cajas vacías y colocar la botella que no usaríamos en ese momento, puesto que ese día pensábamos hacer una inmersión doble y trajimos las respectivas dos botellas. Colocado el equipo ya en el suelo tuve la sorpresa de encontrarme con Sol, Doris en el foro de buceo. Una alegría poder vernos en persona por fin. Cuando intentábamos colocarnos todo y en el camino hacia la escalera un fotógrafo desconocido se tomo su tiempo haciéndonos unas cuantas fotos, algo que me pareció inusual. Tras colocarnos el equipo y llegar hacia las escaleras nos colocamos las aletas y nos tiramos uno a uno desde allí. La instructora esperaba en el agua, no valla a ser que tuviéramos ningún problema. Todo fue bien, y tras hablar más bien poco en superficie bajamos.

Antes de ello me encontré otra vez con Sol, que me hizo algunas fotos. Hablamos y tras eso intenté bajar. Ese día estaba demasiado preocupado por todo, por el agua de las gafas, cómo debía morder la pate del regulador que iba en mi boca, si era excesivo cómo lo hacía y, por supuesto, eso me pasó factura. Tardé en bajar y lo hice con el instructor. Al ver que subía otra vez subió, me tranquilizó y volvimos a bajar, y se puso únicamente conmigo, en el fondo. Lo que peor llevaba era el agua en las gafas, me ponía muy nervioso, y al presionar mi nariz para compensar se abría uno poco y entraba agua, algo que seguía poniéndome nervioso. Ya en el fondo estuvo frente mía y tras un momento me pidió que me quitara y pusiera de nuevo el regulador, se lo negué varias veces, sólo con eso podía comprobar lo nervioso que estaba. Tras varias veces que me lo preguntó opté por hacerle caso, pero me lo quite y puse en pocos segundos. Después de eso me pidió que me lo quitara sin aire y que luego en la boca apretara el purgador, y otra vez le dije que no. Al ver mi misiva él se lo quitó y se puso a pasar el tiempo soltando aire por la boca y haciendo bromas, cosa que me hizo sonreír y con ello hacer pasar agua a través de las gafas. Cosa que me puso muy nervioso y le pedí salir. Cuando se lo pedí empezamos a ascender, pero a aletas, ya que yo aún no controlo la flotabilidad y podía pegar un llamado "globazo". Ya en superficie y tras explicarle que estaba muy nervioso me ayudó a subir por las escaleras y cuando me vio seguro bajo otra vez.

Yo me quede en las escaleras, pensando lo que me había pasado, se suponía que yo era el que entre todos ellos tenía más experiencia, ya que había hecho el bautizo, estando media hora bajo el agua y bajando a diez metros. Supuse que era por las maniobras que tenía que hacer, eso fue lo que me puso nervioso. Parece ser que no me gustaba la idea de quitarme las gafas bajo el agua, ni el regulador. Eso espero practicarlo estos días, para no tener que quejarme más.

Pasado no mucho tiempo subió una chica, Alicia, al parecer le molestaba la garganta, tragó agua y no supo cómo quitarla, la subió la instructora y me acompañó el resto del tiempo. No pasados más de dos minutos subió otro, su marido, porque no podía compensar en un oído. Conversamos un poco y nos quitamos el equipo pesado. No se cómo, pero había vuelto a romper otras gafas, al quitármelas, creo que estaban muy apretadas t se rompieron.

Tras un tiempo salieron todos los otros, y tras hacerme algunas bromas sobre ello, esperamos a la siguiente inmersión hablando. Yo estaba temblando, hacía mucho frío, ya que el día se había nublado de repente, y yo no tengo mucha grasa para aguantar el frío cómo los otros. Mientras esperábamos los instructores, por turnos me intentaron tranquilizar y me dieron algunos consejos para la siguiente inmersión. Los otros cambiaban sus botellas de los atalajes, puesto que habían estado tiempo en el agua, y habían gastado casi todo el aire. Los instructores por su experiencia, y yo por no estar demasiado bajo el agua no tuvimos que hacerlo.

Esta no tardó mucho, cuando menos lo esperaba ya me encontraba en la escalera otra vez. Según me tiré ella me felicitó, al parecer lo había hecho muy bien. En el agua mi padre me vio tiritar del frío y me recomendó que subiera, que no hiciera la inmersión. Los instructores me preguntaron si podía, y yo les dije que si. ella y yo nos quedamos solos para yo poder practicar lo de las gafas, el llenarlas de agua y vaciarlas, algo que me ponía muy nervioso, a pocos centímetros de la superficie intenté practicarlo, sin éxito. Después bajé a una roca que estaba más o menos a un metro y allí permanecí poco tiempo, un minuto máximo. Tenía frío y seguía igual con las gafas. Así que pedí subir, y eso es lo que hice. Esta vez estaba sólo arriba, contemplando el mar. Los buceadores iban pasando y unos minutos después volvió a subir Alicia, esta vez, al igual que yo tenía frío. Mientras esperábamos solos decidí darme un baño con el traje puesto y las gafas, a ver si los veía, pero el mal tiempo me obligó a no separarme mucho de la escalera y con las olas rebotando sobre ella, no vi nada.

Por fin subieron todos, y otra vez los instructores hablaron conmigo. Cansados y hambrientos sacamos de nuestros respectivos coches algo de comida, mi padre y o dos bocadillos de chorizo y agua, Y la pareja una chocolatinas. Tras hablar un poquito, y cambiarnos nos fuimos. Un amigo del instructor nos fotografió unas veces, espero recibirlas pronto. El camino me resultó tormentoso, ui durmiendo, pero algunos giros me despertaban ya que hacían que mi cabeza golpeara contra el cristal. Al fin llegamos a la tienda y dejamos los equipos allí, cómo habían pedido ellos antes de partir. El día había llegado a su fin, y yo tenía que volver a Las Palmas. Espero que halla mas suerte en la inmersiones venideras. Cómo me han dicho, tras doscientas inmersiones no creo que me agobie demasiado.

Espero que esta crónica, cómo las otras anteriores les halla gustado, y, supongo que por lo menos, a los más nerviosillos al principio, recordado sus comienzos. Hasta la siguiente crónica espero seguir contando con su presencia.

Para cualquier cosa mi Messenger es alfajulietalfa@hotmail.com Me gustaría compartir SENSACIONES y experiencias con vosotros. Muchas gracias por la atención prestada. Hasta la siguiente historia. Un Saludo, Nico.

Un Saludo, Nico.