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PROBLEMAS DEL BUCEO - VI parte
Publicado en el nº14 de la revista SENSACIONES
Oídos y senos paranasales durante el ascenso
Así como en el curso del descenso puede resultar difícil la entrada de aire en estas cavidades para equilibrar las presiones, durante el ascenso la salida del gas que en la profundidad ha penetrado en el interior del oído medio se produce de manera pasiva, sin necesidad de maniobra activa por parte del buceador.
Sin embargo, a veces sucede que existe alguna dificultad para que el gas contenido en estas cavidades pueda salir de ellas para compensar el aumento de volumen consecuente a la disminución de presión producida durante el ascenso. Como consecuencia, se puede producir barotraumatismos de oído también durante el ascenso.
En este caso se debe reducir la velocidad de ascenso y ensayar alguna de las maniobras de compensación a excepción de la de Valsalva.
NUNCA SE DEBE EJECUTAR LA MANIOBRA DE VALSALVA DURANTE EL ASCENSO. |
Como conclusión, es necesario mantener en la mente lo siguiente: La necesidad de compensar presiones con objeto de evitar aplastamientos y embolias, es más importante a pequeñas profundidades: Los cambios de volumen y presión son mayores desde la superficie a los 10 metros, que los de esta misma cota a profundidades mayores.
Efectos fisiológicos o secundarios
(Enfermedad descompresiva)
Este problema, antiguamente llamado ataque de presión, mal del buzo y en inglés generalmente conocido por la palabra "BENDS", puede presentarse como resultado de una descompresión inadecuada después de estar expuesto un determinado tiempo a ciertas presiones. A medida que un buceador desciende, su cuerpo queda expuesto a presiones crecientes de agua. Al aumentar la presión ambiental, se incrementa la presión parcial de los gases respirados (Ley de Dalton), y se eleva la cantidad de gas inerte que puede disolverse en la sangre y los tejidos (Ley de Henry) a acumularse en el organismo del buceador.
Como se describe en la Ley de Henry, la cantidad de nitrógeno que se absorbe o elimina es directamente proporcional a los cambios en la presión parcial. Si se absorbe un litro de nitrógeno a presión de una atmósfera, se absorberán dos litros a dos atmósferas y tres litros a tres atmósferas. Los tejidos que tengan mayor aporte sanguíneo absorberán más rápidamente el nitrógeno que aquellos con vascularización más pobre.
Al proceso de incorporación de más nitrógeno a los tejidos corporales se le conoce como absorción o saturación. Al proceso inverso se le llama eliminación o desaturación. |
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A medida que el buceador asciende, la presión que le rodea va disminuyendo. Como consecuencia, los tejidos quedan sobrecargados en nitrógeno que se difunde desde los tejidos a la sangre, de la sangre al gas pulmonar y de aquí se elimina con la respiración. Algunas partes del cuerpo se desaturan más lentamente que otras por las mismas razones que se saturaron mas lentamente: Pobre aporte sanguíneo, o mayor capacidad para absorber el gas.
Si el buceador asciende demasiado rápidamente, o si recibe una descompresión inadecuada durante el ascenso, el gas disuelto en la sangre y tejidos saldrá de su solución tan rápidamente que se formarán burbujas en los vasos sanguíneos y en los tejidos, dando lugar a lo que se conoce como enfermedad descompresiva. Estas burbujas estarán formadas, principalmente, por nitrógeno y otros gases inertes, y afectarán directamente a las células presionando sobre los nervios y lesionando tejidos delicados, o indirectamente bloqueando la circulación e interfiriendo el suministro de sangre a diversos órganos y partes vitales del cuerpo.
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La enfermedad descompresiva, generalmente inicia sus síntomas dentro de un período corto de tiempo después de la inmersión: Tanto es así, que si un buceador sube rápidamente, omitiendo descompresión, pueden aparecer los primeros síntomas de enfermedad descompresiva en el momento de alcanzar la superficie o incluso en la ultima fase del ascenso..
En general, la mayoría de los casos se desarrollan dentro de un corto período de tiempo después de emerger y casi siempre antes de las 12 horas. Es raro que debute la sintomatología 18 ó 24 horas después de salir a superficie. Según algunas estadísticas, la enfermedad descompresiva se inicia como sigue:
- 50% de los casos, dentro de los 30 minutos.
- 85% de los casos, dentro de la primera hora.
- 95% de los casos, dentro de las tres horas.
- 1% de los casos, después de las seis horas.
Se comprende pues, que un buceador deba permanecer en las inmediaciones de una cámara de descompresión durante unas 3 horas después de inmersiones profundas o que requieran descompresión, y en situación de poder volver a una cámara, durante 24 horas tras la inmersión.
Aunque no es habitual, la enfermedad descompresiva puede aparecer incluso tras inmersiones que no requieran descompresión, o bien habiendo seguido meticulosamente las tablas de descompresión.
Se pueden clasificar los síntomas de enfermedad descompresiva en dos tipos principales:
- Tipo I ó leve
- Tipo II ó grave
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Enfermedad descompresiva tipo I (leve)
Entre los síntomas de enfermedad descompresiva tipo I incluye dolor articular (síntomas musculoesqueléticos o solo dolor) y síntomas cutáneos, o inflamación y dolor en los nódulos linfáticos.
El 70% de los casos se producen en las extremidades superiores y el 30% restante en las extremidades inferiores. El síntoma más común de enfermedad descompresiva es el dolor articular, también puede haber dolor en zonas no articulares. En los casos leves, el dolor es de naturaleza profunda, taladrante y aguda, que puede ir progresando en severidad, está siempre presente en reposo. Usualmente se desarrolla en las extremidades alrededor de las articulaciones más grandes, tales como hombros (la más frecuente), codo, muñeca, mano, cadera, rodilla y tobillo. Menos comúnmente, el dolor se puede presentar en las articulaciones menores, músculos, ligamentos y tendones. Otros síntomas leves son: Hinchazón, escozor o picor fuerte y decoloración azulada de la piel o manchas rojizas o violáceas.
Enfermedad descompresiva tipo II (grave)
Dentro de este grupo la sintomatología puede presentarse de forma variada según los órganos afectados, siendo necesaria la rápida evacuación a un centro hiperbárico que cuente con personal médico debidamente adiestrado que será quien realice el diagnóstico y establezca la conducta terapéutica a seguir.
Muchos de los síntomas de enfermedad descompresiva son iguales a los de embolismo arterial gaseoso aunque su evolución es diferente. Cualquier confusión entre estas dos condiciones se tratará como embolismo arterial gaseoso. En la enfermedad descompresiva Tipo II podemos encontrar síntomas neurológicos y cardiorrespiratorios. Los síntomas Tipo I pueden o no estar también presentes. |
Los síntomas neurológicos pueden ser el resultado de la afectación a cualquier nivel del sistema nervioso. Los síntomas más comunes son: Insensibilidad, hormigueo o disminución de la sensibilidad (en conjunto se conocen como parestesias), debilidad o parálisis muscular, alteraciones del estado mental o la función motora.
También pueden aparecer vértigo, mareos, zumbido de oídos, perdida de audición (similares a los que aparecen en el barotrauma de oído interno), cambios en la personalidad, incoordinación y temblores. Por afectación medular baja pueden aparecer alteraciones de la función urinaria.
La aparición de cualquier síntoma neurológico tras una inmersión es anormal, y se debe considerar como síntoma de enfermedad descompresiva Tipo II o embolismo arterial gaseoso, a menos que podamos encontrar otra causa específica. Tras inmersiones no largas no es infrecuente una cierta fatiga y, por sí misma, no se suele tratar como enfermedad descompresiva. Si la fatiga es anormalmente grande, sin embargo, es motivo para realizar un examen neurológico completo para descartar la afectación del Sistema Nervioso Central.
Los síntomas cardiorrespiratorios pueden aparecer en forma de dificultad respiratoria intensa, por la presencia de abundantes burbujas intravasculares que den lugar a bloqueo de la red capilar pulmonar (Chokes). El primer síntoma puede ser dolor torácico que se agrava con la inspiración y/o tos irritativa. Más rara es la aparición de un cuadro de infarto de miocardio. |
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La enfermedad descompresiva, generalmente, no es mortal, pero puede serlo en casos muy graves, en descompresiones muy rápidas o cuando no se puede obtener un tratamiento adecuado rápidamente.
En estas ocasiones, si no es mortal, puede quedar el paciente afectado por secuelas. Todo ello puede evitarse observando las pocas y sencillas reglas siguientes:
- Cuidadosa observación y evaluación del individuo antes de hacer inmersión. Para impedir que un hombre bucee son causas suficientes: El reciente abuso de alcohol, excesiva fatiga, convalecencia de una enfermedad, o estado de decaimiento general.
- Prestar atención meticulosa y constante a los detalles de la inmersión. Levantar informe con la hora exacta de la inmersión, profundidad, duración y todos los detalles de la descompresión dada al buceador. Tener el informe a mano para una rápida consulta.
- Observación estricta de las tablas, teniendo en cuenta los factores de las mismas. Se debe planificar por completo la operación, y el buceador atenerse en todo momento a lo planificado.
Además, se deben tener en cuenta ciertos factores fisiológicos o medioambientales que incrementan la frecuencia de aparición de enfermedad descompresiva o su gravedad. La mayoría actúan favoreciendo la absorción del gas inerte durante la inmersión, o dificultando su eliminación. Ejemplos de éstos pueden ser: Ejercicio, falta de forma física, frío, edad, obesidad, lesiones físicas, ingesta de alcohol y tabaco.
Otros como: Inmersiones sucesivas, inmersiones multinivel, vuelo tras buceo, buceo en apnea, etc. |
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