instalación fotovoltaica domestica
La electricidad producida por células solares es limpia y silenciosa. Debido a que no utilizan otro combustible que la luz solar, los sistemas fotovoltaicos no liberan ninguna contaminación dañina del aire o del agua al medio ambiente, no agotan los recursos naturales ni ponen en peligro la salud humana o animal.
Los sistemas fotovoltaicos son silenciosos y visualmente discretos.
Las plantas solares de pequeña escala pueden aprovechar el espacio no utilizado en los tejados de los edificios existentes.
Las células fotovoltaicas se desarrollaron originalmente para su uso en el espacio, donde la reparación es extremadamente costosa, si no imposible. La energía fotovoltaica todavía alimenta a casi todos los satélites que orbitan la Tierra porque funciona de manera confiable durante largos períodos de tiempo prácticamente sin mantenimiento.
La energía solar es un recurso renovable disponible localmente. No es necesario importarlo de otras regiones del país o del mundo. Esto reduce los impactos ambientales asociados con el transporte y también reduce nuestra dependencia del petróleo importado. Y, a diferencia de los combustibles que se extraen y cosechan, cuando utilizamos la energía solar para producir electricidad no agotamos ni alteramos el recurso.
Un sistema fotovoltaico se puede construir en cualquier tamaño según los requisitos energéticos. Además, el propietario de una instalación fotovoltaica puede ampliarla o trasladarla si cambian sus necesidades energéticas. Por ejemplo, los propietarios de viviendas pueden agregar módulos cada pocos años a medida que aumentan su consumo de energía y sus recursos financieros. Los ganaderos pueden utilizar sistemas de bombeo móviles montados en remolques para dar agua al ganado a medida que éste rota a diferentes campos.