Los empleados del chiringuito donde se alquilan equipos de buceo, en uno de los hoteles más importantes de Cozumel, no prestan atención a un hombre que viene a pedir su snorkel. Están demasiado ocupados viendo un documental sobre peces monstruosos que emite el canal de National Geographic. "De esos no hay acá, ¿no?", interrumpe el cliente, que se aferra con terror a sus antiparras mientras la tevé muestra a un tiburón blanco destrozando una carnada sanguinolenta. Hay que quedarse tranquilos: no hay nada monstruoso en las profundidades de Cozumel. Todo lo contrario: sólo hay paz y deleite cuando uno mete la cabeza en estas aguas turquesas, y presencia el desfile de pececitos de mil colores. Estamos en uno de los lugares con mayor visibilidad submarina de todo el planeta, un auténtico xanadú del buceo desde que el viejo Jacques Cousteau lo dio a conocer a fines de los 60. No hay necesidad de calzarse un tanque de oxígeno -ni ser buzo certificado- para explorar sus profundidades. Con una mascarilla y las respectivas patas de rana alcanza con quedarse flotando panza abajo, para que un microcine de vida acuática se encienda en el snorkel y uno se sienta parte de la tropa de élite de Cousteau.
Según los expertos, el mar aquí no sólo es uno de los más transparentes y con mayor diversidad de corales del mundo, sino que también ofrece la ventaja de bucear con corriente (quiere decir que uno se deja llevar sin hacer ningún esfuerzo).
Cozumel es el primer punto de todo México que recibe los rayos del sol cada mañana, con una temperatura que ronda los 27°C casi todo el año. Es, para los fanáticos del buceo, una meca, porque integra uno de los sistema de arrecifes más grandes del globo, el Mesoamericano. Allí se refugian más de 250 especies de peces tropicales y tortugas marinas, incluyendo al pez ángel reina y al pez sapo, que no se encuentran en ningún otro mar ni océano.
"Cuando vino el huracán Vilma, todos nos preocupamos en la isla; tuvimos miedo de que se dañara la barrera de coral, pero eso finalmente no pasó", cuenta Rocigliano, el taxista que nos lleva del aeropuerto al hotel (volamos en Mayair, un avioncito que por 45 dólares por cabeza hace el cruce de Cancún a Cozumel). El chofer explica que en la isla, primer puerto de cruceros del país, en el estado de Quintana Roo, viven unas 90.000 personas, todos gente buena. Rocigliano conoce el paño porque, cuando murió su madre, se embarcó y pasó 19 años en altamar, frente a estas costas. "Por eso tengo todos estos tatuajes", afirma, y muestra sus brazos. Da un poco de ternura el tipo, porque tiene uno que dice Gracias m amá.
En el oeste, el agite de peces
Quienes eligen bucear sólo con snorkel (sin usar tanque) encontrarán en la costa oeste de Cozumel, que mira al continente, las mejores locaciones para zambullirse. El sur de la isla está reservado para buzos más experimentados, mientras que las playas del norte son prácticamente vírgenes y se accede en 4x4.
En el oeste se destaca Chankanaab, un lugar mandado a hacer para los que hacen snorkel, con profundidades de entre tres y doce metros, y un arco iris de peces de arrecife. En este caso, la sublime formación de corales se extiende dentro de una laguna a orillas del mar. En esta reserva nacional funciona un jardín botánico con más de 350 especies de plantas tropicales y un parque marino en el que se puede nadar con delfines a un costo de 90 dólares por persona. El otro delfinario de Cozumel, llamado Dolphinaris, está cerca del puerto.
Otra de las locaciones más famosas, al sur de la ciudad de San Miguel, es Palancar. Este arrecife, uno de los más grandes y bonitos del planeta (el propio Cousteau pasó varios años filmando estos rincones), está localizado a dos kilómetros de la costa y entre sus grutas, cañones, arcos, montañas, esponjas gigantes y abanicos de coral rojo serpentean meros, morenas y un sinfín de especies. Las áreas de menor profundidad van de 6 a 12 metros y las más profundas, de 30 a 37 m. Tiene cuatro sitios de entrada o secciones: Los Jardines, La Herradura, Las Cuevas y la zona Profunda, cada uno para un nivel distinto de buceo.
"Para salir embarcado a hacer buceo, los valores rondan los US$ 80 por persona, que incluyen dos inmersiones -o dos tanques completos- en distintas locaciones de la isla", explica Alejandro Osorno, que dirige las salidas desde el hotel Presidente Intercontinental.
Un imperdible de Cozumel es el muro de Santa Rosa, al norte de Palancar, que se aprecia mejor buceando con tanque de oxígeno, porque se trata de una pared que comienza a 18 metros de profundidad y desciende hasta dar la sensación de un abismo insondable: de un lado se aprecia un muro que parece extenderse al infinito; del otro, la nada azul y silenciosa.
Otros arrecifes que vale la pena conocer son Columbia (tres kilómetros al sur de Palancar, donde se ven tortugas y mantarrayas), Tormentos (en las cercanías de Chankanaab) y Paraíso, al sur del muelle de los cruceros, un lugar apto para el buceo nocturno.
Aún quedan dos recomendaciones: la primera es una granja de perlas (Cozumel Pearl Farm), al norte de Cozumel, entre el faro de Punta Molas y la isla de la Pasión. En esta granja, manejada por una empresa familiar, se ofrecen tours de seis horas, a 90 dólares por cabeza (más 20 de tasa), que incluyen el acceso al predio -sólo por mar- y permiten conocer el proceso completo de cultivo y producción de perlas.
La segunda es un paraje llamado El Cielo, en frente de la entrada de la laguna Colombia, donde las aguas verde azuladas dejan ver un fondo tamizado de estrellas de mar, lo cual da la impresión de estar contemplando un verdadero cielo estrellado.
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