EL RESPETO A LA VIDA MARINA
Es una cuestión de sentido común, todo lo que rompemos o aniquilamos se toma su tiempo en volver a resurgir (si es que lo consigue). El movimiento ecologista iniciado en los años 80' parecía una moda pasajera, sin embargo las acciones de grupos como Greenpeace impulsaron un complejo proceso de concenciación a escala mundial que culminó en una nueva cultura basada en uso sostenible de los recursos naturales. Por primera vez vimos nuestro planeta sin vendas en los ojos,
imágenes de la caza de ballenas, las matanzas de bebés foca, los vertidos de petroleo y demás salvajadas cometidas por el ser humano, invadieron nuestros hogares a través de la caja tonta, el televisor. Hoy, dos décadas después, todo el mundo quiere ser ecológico, por suerte va a ser uno de los pocos movimentos sociales que tiene indicios de continuar.
La evolución en el pensamieto afecta a todas las facetas de nuestra vida, el buceo no iba a ser la excepción. Por desgracia no todos somos partícipes de este espíritu conservacionista, en nuestro propio país hay aún mucho cafre suelto (con perdón de la aludida etnia). Siguen siendo prácticas habituales el cosechar dátiles de mar (Litiphaga lithopaga) aunque se trate de una especie protegida, el furtivismo en la recolección del coral rojo (Coralinum rubrum), la pesca con botellas (pecado capital del buceador) o cortar macizos de Posidonia oceánica con el futil fin de tender un emisario submarino.
Estrategias conservacionistas erróneas o experimentos ciéntificos mal controlados como la introducción de especies alóctonas constituyen un peligro para los ecosistemas autóctonos. Un ejemplo de ello es la Caluerpa taxifolia, tras haberla liberado al mar por accidente se extendió en poco tiempo por todo nuestro Mediterráneo. Ha sido un milagro que la plaga esté estabilizada, al menos por el momento.
Por encima de las políticas de cooperación internacinal en la materia y más allá de las polémicas tendencias de globalización, está en nuestro haber contribuir a la conservación del medio marino. Al fin y al cabo, nosotros buceadores deportistas, apneistas y buzos somos los primeros interesados en su uso y disfrute. Es sencillo, basta con seguir unas pocas pautas y obrar con sentido común.
- No practiques juegos con los pulpos.
En la época de cría permanecen en sus guaridas custodiando sus huevos. Déjalos tranquilos, ¿acaso no sabes que morirán después de procrear?.
- No redecores el hábitat marino.
Cada animal necesita emplazarse en un lugar determinado y en una posición concreta para conseguir la subsistencia. No alteres lo que la naturaleza ha dispuesto, es más inteligente que nosotros.
- No gires las piedras.
Los seres que viven debajo de las rocas se hallán a resguardo de la luz (esciófilos) y de los depredadores. Las ofiuras, los nereidos o los cangrejos tienen un ecosistema en miniatura, tu excesiva curiosidad puede destruirlo.
- No confundas a espirógrafos y bonelias con un juguete.
Ambos se articulan con un múscuculo que se ejercita en una sola dirección. Retraerlo es inmediato pero lanzarlo de nuevo les supone un árduo trabajo. Seguro que distinguimos claramente a un espirógrafo por su penacho pero debemos también aprender a identificar a las bonelias, una especie muy curiosa. No tienen cerebro, se alimentan de los detritos en suspensión con sus dos tentáculos y todos los ejemplares que podemos apreciar son hembras puesto que los machos, de un tamaño microscópico, viven parásitamente en el interior de su trompa.
- No "Fish feeding".
Los peces se vuelven vagos, se acostumbran fácilmente a que se los alimente. Al darles huevos duros, patatas fritas, salchichas o pollo, puedes originarles gastroenteritis, sus estómagos no poseen las enzimas adecuadas para digerir tales sustentos.
- No dañes el coral.
El coral es un bien de la humanidad, ni lo recolectes ni contribuyas a su desaparición comprándolo en tiendas. Ten en cuenta que el coral rojo es constantemente saqueado por su alto valor comercial, un furtivo consigue alrededor de 350.000,- ptas en sólo un fin de semana, toda una tentación.
Todos las colonias de pólipos son imprescindibles, desde el Astroides clicularis al coral naranja (Dendrophilia ramea), cada especie cumple con su papel en el ecosistema. Déjalos crecer, son nuestro legado para las futuras generaciones.
- No tritures a los erizos.
El equilibrio erizos-algas es vital para el ecosistema marino. No los desmenuces para dar de comer a los peces. Existe una relación muy delicada entre su población y las algas que consumen.
- Si ves algun mamífero marino o tortuga herida da aviso a la Autoridad Martítima.
No tomes decisiones, solo avisa pimero. Las entidades dedicadas a la recuperación de animales marinos acudirán lo antes posible, colabora con ellas, son profesionales entrenados.
- No ancles sobre praderas de Posidonia oceánica o bosques de laminaria.
Al garrear el ancla destuirás un biotopo habitado por infinidad de seres marinos, lábridos, espáridos y demás familias de peces comparten casa con hipocampos e invertebrados.
Un metro cuadrado de posidonia produce más oxigeno que la misma superficie de selva amazónica, es fácil hacerse a la idea de las consecuencias. Los bosque de laminarias por su parte constituyen un humbrío y maravilloso paraje donde viven especies de pequeños crustáceos e invertebrados. Los lábridos pasean a sus anchas por este intrincado universo de luces y sombras. !No destruyas su magia!.
Por cierto, ¿sabes que una pradera de Posidonia crece 1 metro por siglo?, ¡cuidala!.
- ¿No eres demasiado mayor para imitar a Rompetechos?.
Sin duda los techos de grutas o cuevas han sido motivo de multitud de anécdotas, recuerdo como un japonés en la Cova de la Vaca (Les Medes) fue presa del pánico al percatarse de que salía aire a chorro del grifo de su tanque. La causa fue que golpeó el segundo grifo con la bóveda de la cueva. Un buen susto para el nipón y mala suerte para el coral con el que tropezó.
Es usual encontrar en el suelo de las cuevas más visitadas ejemplares de la vida marina que las pobla. Una lástima, su comunidad esciófila (que logra subsistir con sólo un 5 % de luz solar) es de gran diversidad. Pólipos, tunicados o esponjas forman un tapiz que envuelve las paredes con una paleta de colores surrealista, ese micromundo es además el lugar de reposo de las cigarras de mar, las langostas y otras exquisiteces.
Respetemos su perímetro de seguridad, sólo con bucear a una distancia prudencial de las paredes y techos lo habremos conseguido. Por supuesto calibremos el uso de nuestros focos, no es nada saludable alumbrar a especies particularmente sensibles a la luz como el Reyezuelo (Apogón inberbis) o la brótola de roca (Physcis physcis).
Alcanzar la simbiosis idónea entre el hombre y el medio marino arranca de una sola sentencia: - !No toques nada!. |